lunes, 20 de junio de 2016

¿COMO FORMAR BUENOS HÁBITOS ?

Los hábitos son cosas que aprendemos a hacer mediante la repetición y que finalmente hacemos ya sea inconscientemente o con muy poco esfuerzo. Primero formamos hábitos y después ellos nos forman a nosotros. Somos lo que hacemos repetidamente. No se engañe al pensar que usted sencillamente no puede evitar lo que hace, porque lo cierto es que puede hacer o no hacer cualquier cosa si realmente lo quiere. Al menos puede hacer cualquier cosa que sea la voluntad de Dios, y esas son las cosas de las que hablaremos en este libro.
He aprendido que concentrarme en las cosas buenas que quiero y que necesito hacer me ayuda a vencer las cosas malas que no quiero hacer. La Biblia dice en Romanos 12:21 que vencemos el mal con el bien. Yo creo que ese debería ser uno de nuestros versículos fundamentales para este libro y para el viaje en que nos estamos embarcando.
El otro versículo que quiero que usted recuerde a medida que trabaja hacia su meta se encuentra en Gálatas. Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. Gálatas 5:16
Concentrarse en las cosas malas que usted hace nunca le ayudará a hacer las cosas buenas que desea hacer. Esta es una verdad bíblica muy importante. El bien tiene más poder que el mal. La oscuridad es tragada en luz, y la muerte es vencida por la vida. Cualquier cosa que Dios ofrece es siempre más poderosa que lo que Satanás desea para nosotros.
El diablo quiere que tengamos malos hábitos, pero el deseo de Dios es que sigamos al Espíritu Santo y le permitamos conducirnos a la buena vida que Jesús murió para que la disfrutáramos. Y una buena vida es una vida con buenos hábitos.
Uno de los ingredientes de formar buenos hábitos y romper malos hábitos es enfocarse en lo que usted quiere hacer y no en lo que quiere dejar de hacer. Por ejemplo, si usted come en exceso y quiere formar hábitos alimenticios equilibrados y saludables, ¡no piense en la comida todo el tiempo! No lea libros de cocina que están llenos de hermosos postres que hacen la boca agua, sino en cambio lea un buen libro sobre nutrición que le educará con respecto a cómo elegir mejor.
Permanezca ocupado haciendo cosas que mantendrán su mente alejada de la comida.
Si quiere formar el hábito de hacer ejercicio regular, no piense y hable sobre lo difícil que es, sino piense en los resultados que tendrá si es persistente. Sí, tendrá que invertir tiempo que puede que usted crea que no tiene, y sí, al principio sentirá bastante dolor. Cuando yo comencé por primera vez a hacer ejercicio con una entrenadora personal en 2006 a la edad de sesenta y cuatro años, tenía tanto dolor muscular que realmente me sentía como si estuviera enferma. Y seguí teniendo dolores musculares durante lo que me parecieron como dos años. Sinceramente, todo el tiempo tenía dolor en algún músculo. Finalmente llegué al punto en que disfrutaba del sentimiento porque sabía que eso significaba que estaba haciendo progreso.
Si quiere usted salir de la deuda, no piense y hable de todas las cosas que no podrá hacer y todas las cosas de las que tendrá que prescindir mientras esté pagando todas sus facturas. En lugar de pensar en el lado negativo de su meta, piense y hable de lo maravilloso que será ser libre de la tiranía de una deuda abrumadora.
Somos motivados por la recompensa, de modo que si usted desea con ganas la recompensa, tendrá el impulso que necesita para seguir adelante hacia su meta. No se derrote a usted mismo antes incluso de comenzar fijando su mente en las cosas equivocadas. Donde va la mente, allí sigue la persona, de modo que asegúrese de que sus pensamientos estén en lo que usted quiere en lugar de estar en lo que no quiere.
Repetición
La repetición es la clave para formar hábitos, ya sean buenos o malos. Cuando trabaja hacia formar un buen hábito, puede que tenga que dejar notas para usted mismo, para recordarse hacer las buenas cosas que desea. Pida al Espíritu Santo también que se lo recuerde. La Biblia dice que Él nos recordará todas las cosas cuando lo necesitemos (Juan 14:26).
Mi hija Sandra necesita palabras de aliento. Es su lenguaje del amor, lo cual significa que ella se siente querida cuando las personas le alientan. Su esposo, Steve, no “habla ese lenguaje”, de modo que en el principio de su matrimonio, no se le ocurría alentar a Sandra verbalmente.
Después de varios episodios llenos de lágrimas y de que ella le dijera varias veces lo importante que eso era para Cómo formar buenos hábitos y romper malos hábitos ella, él comenzó a dejar notas en su calendario para recordarle que le alentase y le dijese elogios. ¡Fin del problema!
A veces, un sencillo mecanismo como los recordatorios automáticos es la mejor manera de comenzar a crear un nuevo hábito.
Un hombre compartió que llevó una goma elástica en su muñeca durante un año, y cada vez que se agarraba a él mismo mordiéndose las uñas, estiraba de la goma para que le golpease y le recordase que dejase de morderse las uñas.
Finalmente funcionó. Algunas personas ponen un líquido de sabor amargo sobre sus uñas. Cuando comienzan a morderlas de modo subconsciente, el mal gusto les recuerda que dejen de hacerlo.
Los malos hábitos en nuestras vidas son nuestros enemigos porque evitan que seamos la persona que queremos ser. Cuando un enemigo intenta destruirle, usted no puede mostrar misericordia a ese enemigo. Dios estaba guiando a los israelitas para poseer la tierra que Él les había prometido, al igual que nos guía a nosotros a la buena vida que Él nos ha prometido. Muchas naciones enemigas llegaban contra ellos, al igual que el diablo está contra nosotros. Dios les dijo a los israelitas que destruyeran por completo a las naciones enemigas y que no hicieran ningún pacto con ellas ni les mostrasen misericordia, y nosotros debemos hacer lo mismo con los malos hábitos que tenemos y que están robando nuestro destino (Deuteronomio 7:1-2). Trate los malos hábitos de modo implacable y sin misericordia. Encuentre maneras de ayudarse usted mismo a hacer las cosas buenas que verdaderamente quiere hacer.
No deje de entender que los malos hábitos roban el destino que Dios ha ordenado de antemano para usted. No piense: “Ah, es sólo un mal hábito, no es gran cosa”. Si piensa así, es más que probable que nunca trate ese hábito.
En cambio, dígase: “Este mal hábito es mi enemigo. Está robando la calidad de vida que Jesús quiere que yo tenga, y no voy a permitirle que se quede en mi vida”.
Teresa tenía el mal hábito de pulsar el botón de repetición en su despertador demasiadas veces, y regularmente llegaba tarde al trabajo. Ella tenía que romper este hábito o es probable que perdiera su empleo, así que situó el despertador al otro lado del cuarto para obligarse a sí misma a salir de la cama para detenerlo. Incluso dio un paso más al poner las sábanas y las mantas en la parte de arriba del colchón para recordarse a sí misma no volver a meterse en la cama. Al hacer esas cosas, Teresa estaba tratando agresivamente no sólo su mal hábito sino también a su enemigo.
El esposo de Rhonda bebía varios vasos de leche entera cada día. Ella estaba preocupada por su ingesta de grasa y de colesterol, de modo que gradualmente fue añadiendo leche desnatada al cartón de leche entera, hasta que finalmente su esposo bebía leche desnatada. Él ahora dice que la leche entera le sabe rara. Esto demuestra el modo en que podemos gradualmente acostumbrarnos a algo que es mejor para nosotros y ni siquiera extrañar lo que anteriormente hacíamos que no era bueno para nosotros.
Carol  tenía el mal hábito de comerse tarros de glaseado de crema de mantequilla. Se sentaba a ver la televisión mientras se lo comía a cucharadas: sin pastel. En una tarde consumía 3.380 calorías de puro azúcar. Ella sabía que era un hábito muy malo y también muy poco saludable, de modo que tomó serias medidas para detenerlo.
Pidió a su esposo que lo tirase a la basura si ella llevaba a su casa un tarro de glaseado de la tienda; pero eso no funcionó porque ella sencillamente buscaba entre la basura y lo volvía a sacar. Finalmente le pidió que vaciase el tarro y lo llenase de líquido para lavar los platos. Ella ya no sigue comiendo tarros de glaseado.
Reprogramarse a usted mismo
Es sorprendente lo poderosa que es su mente subconsciente.
Cada vez que usted hace algo, su subconsciente lo programa en su cerebro. Cuanto más lo hace, más arraigado se vuelve el programa. Me he sorprendido de lo difícil que resulta para mí hacer un nuevo ejercicio y de lo mucho más fácil que se vuelve cada vez que lo hago. Mi entrenadora me dijo que no se debe a que yo sea demasiado débil para hacer el nuevo ejercicio, sino a que mis células tienen que acostumbrarse a hacerlo. Cada vez que hago un nuevo ejercicio, mis células lo recuerdan y es más fácil la siguiente vez. Dios nos ha creado de manera increíble, y nos ha capacitado para ser personas excelentes simplemente mediante hacer las mejores cosas una y otra vez hasta que lleguen a ser parte de quiénes somos.
Yo tengo el mal hábito de lanzar mis brochas de maquillaje a un cajón después de utilizarlas. Cuando me pongo mi maquillaje al día siguiente, me frustro porque parece que nunca puedo encontrar la brocha que quiero. Por tanto, estoy en el proceso de formar un nuevo hábito en este momento.
A fin de hacerlo, he tenido que disminuir el ritmo y fijar mi mente en lo que estoy haciendo. Ahora, cuando utilizo las brochas, tomo tiempo para ponerlas donde sé que estarán al día siguiente. Lo he estado haciendo solamente tres días, pero al final de tres o cuatro semanas será un hábito, y no tendré que realizar el mismo esfuerzo que tengo que hacer ahora para recordarlo. Creo que muchos de nuestros malos hábitos son sencillamente el resultado de tener demasiada prisa para hacer una cosa bien, en un principio.
Algunas personas nunca prestan atención a lo que están haciendo, de modo que casi nunca saben dónde está algo cuando lo necesitan. Este tipo de desorganización causa mucha frustración, estrés, y se malgasta una gran cantidad de precioso tiempo. Mediante la repetición, puede usted llegar a ser organizado en cualquier área que necesite.
Recuerde: aunque sea difícil al principio, se volverá más fácil con el tiempo. Disminuya el ritmo, respire y realmente tome tiempo para pensar en lo que está haciendo.
Charles Dickens dijo: “Nunca podría haber hecho lo que he hecho sin los hábitos de puntualidad, orden y diligencia, sin la determinación de concentrarme en un único tema cada vez”. Dios le había dado un don tremendo para relatar historias, pero aun así él tuvo que formar buenos hábitos de concentración, orden y diligencia para ser un buen administrador de su talento.
Muchas personas tienen talento pero no se molestan en formar buenos hábitos. No se disciplinan a sí mismas para hacer lo que saben que deberían hacer, sino en cambio esperan a ser movidas por alguna fuerza exterior. Eso se llama pasividad, y es una inmensa puerta abierta para el diablo. Si no estamos haciendo activamente lo que es correcto, se vuelve muy fácil para el diablo conseguir que hagamos lo que es incorrecto.
Sea activo
La Palabra de Dios nos alienta a que seamos activos, y al ser activos cerramos la puerta a la pereza, a posponer las cosas y a la pasividad. Recuerde: si hacemos lo correcto, no habrá lugar alguno para lo incorrecto. No se enfoque meramente en romper todos sus malos hábitos, sino en cambio utilice su energía para formar activamente buenos hábitos.
Pronto descubrirá que no hay lugar alguno en su vida para los malos hábitos. No espere a “tener ganas” de hacer una cosa para hacerla. Viva por decisión, y no por emoción. Yo he aprendido por experiencia que cuanto más me quedo sentada sin hacer nada, más quiero quedarme sentada sin hacer nada, pero si me levanto y me muevo, entonces comienza a fluir la energía. La actividad es como encender un interruptor. La electricidad está ahí todo el tiempo, pero no se pone en marcha hasta que usted enciende el interruptor. Siempre tenemos la capacidad de ser activos, pero no fluye ninguna energía hasta que realmente comenzamos a movernos. Hay mañanas en que me siento perezosa y como si pudiera simplemente quedarme sentada en una silla todo el día, pero he aprendido que después de mi rutina de ejercicio, me siento con energía y eso ayuda a motivarme para hacerlo.
Si usted se siente perezoso, pruebe a dar un paseo o hacer algún otro tipo de actividad que mantenga su sangre en circulación. No espere a tener ganas; sencillamente hágalo.
Usted es más poderoso de lo que puede que piense. Dios le ha dado libre albedrío, y eso significa que puede usted decir y hacer lo correcto y nada puede detenerle. Cuando decidimos en favor de los caminos de Dios, Él siempre une fuerzas con nosotros para asegurar la victoria.
Al concluir este capítulo, escoja un hábito que quiera formar y comience a poner en práctica estos principios.

Sea paciente con usted mismo. Se necesita tiempo para crear hábitos, y puede que no tenga éxito cada día. Si se da cuenta de que ha fallado, no desperdicie tiempo estando desalentado; sencillamente agarre desde donde lo dejó y  comience de nuevo. Sea amable con usted mismo, porque castigarse por cada error es otro mal hábito que necesita ser roto.
DE JOYCE MEYER 

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