Los hábitos son cosas que aprendemos a hacer mediante la
repetición y que finalmente hacemos ya sea inconscientemente o con muy poco
esfuerzo. Primero formamos hábitos y después ellos nos forman a nosotros. Somos
lo que hacemos repetidamente. No se engañe al pensar que usted sencillamente no
puede evitar lo que hace, porque lo cierto es que puede hacer o no hacer
cualquier cosa si realmente lo quiere. Al menos puede hacer cualquier cosa que
sea la voluntad de Dios, y esas son las cosas de las que hablaremos en este
libro.
He aprendido que concentrarme en las cosas buenas que quiero
y que necesito hacer me ayuda a vencer las cosas malas que no quiero hacer. La
Biblia dice en Romanos 12:21 que vencemos el mal con el bien. Yo creo que ese debería
ser uno de nuestros versículos fundamentales para este libro y para el viaje en
que nos estamos embarcando.
El otro versículo que quiero que usted recuerde a medida que
trabaja hacia su meta se encuentra en Gálatas. Así que les digo: Vivan por el
Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. Gálatas 5:16
Concentrarse en las cosas malas que usted hace nunca le
ayudará a hacer las cosas buenas que desea hacer. Esta es una verdad bíblica muy
importante. El bien tiene más poder que el mal. La oscuridad es tragada en luz,
y la muerte es vencida por la vida. Cualquier cosa que Dios ofrece es siempre
más poderosa que lo que Satanás desea para nosotros.
El diablo quiere que tengamos malos hábitos, pero el deseo
de Dios es que sigamos al Espíritu Santo y le permitamos conducirnos a la buena
vida que Jesús murió para que la disfrutáramos. Y una buena vida es una vida
con buenos hábitos.
Uno de los ingredientes de formar buenos hábitos y romper
malos hábitos es enfocarse en lo que usted quiere hacer y no en lo que quiere dejar
de hacer. Por ejemplo, si usted come en exceso y quiere formar hábitos
alimenticios equilibrados y saludables, ¡no piense en la comida todo el tiempo!
No lea libros de cocina que están llenos de hermosos postres que hacen la boca
agua, sino en cambio lea un buen libro sobre nutrición que le educará con
respecto a cómo elegir mejor.
Permanezca ocupado haciendo cosas que mantendrán su mente
alejada de la comida.
Si quiere formar el hábito de hacer ejercicio regular, no
piense y hable sobre lo difícil que es, sino piense en los resultados que
tendrá si es persistente. Sí, tendrá que invertir tiempo que puede que usted
crea que no tiene, y sí, al principio sentirá bastante dolor. Cuando yo comencé
por primera vez a hacer ejercicio con una entrenadora personal en 2006 a la
edad de sesenta y cuatro años, tenía tanto dolor muscular que realmente me
sentía como si estuviera enferma. Y seguí teniendo dolores musculares durante
lo que me parecieron como dos años. Sinceramente, todo el tiempo tenía dolor en
algún músculo. Finalmente llegué al punto en que disfrutaba del sentimiento
porque sabía que eso significaba que estaba haciendo progreso.
Si quiere usted salir de la deuda, no piense y hable de todas
las cosas que no podrá hacer y todas las cosas de las que tendrá que prescindir
mientras esté pagando todas sus facturas. En lugar de pensar en el lado
negativo de su meta, piense y hable de lo maravilloso que será ser libre de la tiranía
de una deuda abrumadora.
Somos motivados por la recompensa, de modo que si usted
desea con ganas la recompensa, tendrá el impulso que necesita para seguir
adelante hacia su meta. No se derrote a usted mismo antes incluso de comenzar
fijando su mente en las cosas equivocadas. Donde va la mente, allí sigue la
persona, de modo que asegúrese de que sus pensamientos estén en lo que usted
quiere en lugar de estar en lo que no quiere.
Repetición
La repetición es la clave para formar hábitos, ya sean buenos
o malos. Cuando trabaja hacia formar un buen hábito, puede que tenga que dejar
notas para usted mismo, para recordarse hacer las buenas cosas que desea. Pida
al Espíritu Santo también que se lo recuerde. La Biblia dice que Él nos
recordará todas las cosas cuando lo necesitemos (Juan 14:26).
Mi hija Sandra necesita palabras de aliento. Es su lenguaje del
amor, lo cual significa que ella se siente querida cuando las personas le
alientan. Su esposo, Steve, no “habla ese lenguaje”, de modo que en el
principio de su matrimonio, no se le ocurría alentar a Sandra verbalmente.
Después de varios episodios llenos de lágrimas y de que ella
le dijera varias veces lo importante que eso era para Cómo formar buenos
hábitos y romper malos hábitos ella, él comenzó a dejar notas en su calendario
para recordarle que le alentase y le dijese elogios. ¡Fin del problema!
A veces, un sencillo mecanismo como los recordatorios automáticos
es la mejor manera de comenzar a crear un nuevo hábito.
Un hombre compartió que llevó una goma elástica en su muñeca
durante un año, y cada vez que se agarraba a él mismo mordiéndose las uñas,
estiraba de la goma para que le golpease y le recordase que dejase de morderse
las uñas.
Finalmente funcionó. Algunas personas ponen un líquido de
sabor amargo sobre sus uñas. Cuando comienzan a morderlas de modo subconsciente,
el mal gusto les recuerda que dejen de hacerlo.
Los malos hábitos en nuestras vidas son nuestros enemigos porque
evitan que seamos la persona que queremos ser. Cuando un enemigo intenta
destruirle, usted no puede mostrar misericordia a ese enemigo. Dios estaba
guiando a los israelitas para poseer la tierra que Él les había prometido, al
igual que nos guía a nosotros a la buena vida que Él nos ha prometido. Muchas
naciones enemigas llegaban contra ellos, al igual que el diablo está contra
nosotros. Dios les dijo a los israelitas que destruyeran por completo a las
naciones enemigas y que no hicieran ningún pacto con ellas ni les mostrasen misericordia,
y nosotros debemos hacer lo mismo con los malos hábitos que tenemos y que están
robando nuestro destino (Deuteronomio 7:1-2). Trate los malos hábitos de modo
implacable y sin misericordia. Encuentre maneras de ayudarse usted mismo a
hacer las cosas buenas que verdaderamente quiere hacer.
No deje de entender que los malos hábitos roban el destino que
Dios ha ordenado de antemano para usted. No piense: “Ah, es sólo un mal hábito,
no es gran cosa”. Si piensa así, es más que probable que nunca trate ese
hábito.
En cambio, dígase: “Este mal hábito es mi enemigo. Está robando
la calidad de vida que Jesús quiere que yo tenga, y no voy a permitirle que se
quede en mi vida”.
Teresa tenía el mal hábito de pulsar el botón de repetición en
su despertador demasiadas veces, y regularmente llegaba tarde al trabajo. Ella
tenía que romper este hábito o es probable que perdiera su empleo, así que situó
el despertador al otro lado del cuarto para obligarse a sí misma a salir de la
cama para detenerlo. Incluso dio un paso más al poner las sábanas y las mantas
en la parte de arriba del colchón para recordarse a sí misma no volver a
meterse en la cama. Al hacer esas cosas, Teresa estaba tratando agresivamente
no sólo su mal hábito sino también a su enemigo.
El esposo de Rhonda bebía varios vasos de leche entera cada
día. Ella estaba preocupada por su ingesta de grasa y de colesterol, de modo
que gradualmente fue añadiendo leche desnatada al cartón de leche entera, hasta
que finalmente su esposo bebía leche desnatada. Él ahora dice que la leche
entera le sabe rara. Esto demuestra el modo en que podemos gradualmente acostumbrarnos
a algo que es mejor para nosotros y ni siquiera extrañar lo que anteriormente hacíamos
que no era bueno para nosotros.
Carol tenía el mal
hábito de comerse tarros de glaseado de crema de mantequilla. Se sentaba a ver
la televisión mientras se lo comía a cucharadas: sin pastel. En una tarde
consumía 3.380 calorías de puro azúcar. Ella sabía que era un hábito muy malo y
también muy poco saludable, de modo que tomó serias medidas para detenerlo.
Pidió a su esposo que lo tirase a la basura si ella llevaba a
su casa un tarro de glaseado de la tienda; pero eso no funcionó porque ella
sencillamente buscaba entre la basura y lo volvía a sacar. Finalmente le pidió
que vaciase el tarro y lo llenase de líquido para lavar los platos. Ella ya no
sigue comiendo tarros de glaseado.
Reprogramarse a usted mismo
Es sorprendente lo poderosa que es su mente subconsciente.
Cada vez que usted hace algo, su subconsciente lo programa
en su cerebro. Cuanto más lo hace, más arraigado se vuelve el programa. Me he
sorprendido de lo difícil que resulta para mí hacer un nuevo ejercicio y de lo
mucho más fácil que se vuelve cada vez que lo hago. Mi entrenadora me dijo que
no se debe a que yo sea demasiado débil para hacer el nuevo ejercicio, sino a
que mis células tienen que acostumbrarse a hacerlo. Cada vez que hago un nuevo ejercicio,
mis células lo recuerdan y es más fácil la siguiente vez. Dios nos ha creado de
manera increíble, y nos ha capacitado para ser personas excelentes simplemente
mediante hacer las mejores cosas una y otra vez hasta que lleguen a ser parte
de quiénes somos.
Yo tengo el mal hábito de lanzar mis brochas de maquillaje a
un cajón después de utilizarlas. Cuando me pongo mi maquillaje al día
siguiente, me frustro porque parece que nunca puedo encontrar la brocha que
quiero. Por tanto, estoy en el proceso de formar un nuevo hábito en este
momento.
A fin de hacerlo, he tenido que disminuir el ritmo y fijar
mi mente en lo que estoy haciendo. Ahora, cuando utilizo las brochas, tomo tiempo
para ponerlas donde sé que estarán al día siguiente. Lo he estado haciendo
solamente tres días, pero al final de tres o cuatro semanas será un hábito, y
no tendré que realizar el mismo esfuerzo que tengo que hacer ahora para
recordarlo. Creo que muchos de nuestros malos hábitos son sencillamente el
resultado de tener demasiada prisa para hacer una cosa bien, en un principio.
Algunas personas nunca prestan atención a lo que están haciendo,
de modo que casi nunca saben dónde está algo cuando lo necesitan. Este tipo de
desorganización causa mucha frustración, estrés, y se malgasta una gran
cantidad de precioso tiempo. Mediante la repetición, puede usted llegar a ser
organizado en cualquier área que necesite.
Recuerde: aunque sea difícil al principio, se volverá más
fácil con el tiempo. Disminuya el ritmo, respire y realmente tome tiempo para
pensar en lo que está haciendo.
Charles Dickens dijo: “Nunca podría haber hecho lo que he
hecho sin los hábitos de puntualidad, orden y diligencia, sin la determinación
de concentrarme en un único tema cada vez”. Dios le había dado un don tremendo
para relatar historias, pero aun así él tuvo que formar buenos hábitos de concentración,
orden y diligencia para ser un buen administrador de su talento.
Muchas personas tienen talento pero no se molestan en formar
buenos hábitos. No se disciplinan a sí mismas para hacer lo que saben que
deberían hacer, sino en cambio esperan a ser movidas por alguna fuerza
exterior. Eso se llama pasividad, y es una inmensa puerta abierta para el
diablo. Si no estamos haciendo activamente lo que es correcto, se vuelve muy
fácil para el diablo conseguir que hagamos lo que es incorrecto.
Sea activo
La Palabra de Dios nos alienta a que seamos activos, y al ser
activos cerramos la puerta a la pereza, a posponer las cosas y a la pasividad.
Recuerde: si hacemos lo correcto, no habrá lugar alguno para lo incorrecto. No
se enfoque meramente en romper todos sus malos hábitos, sino en cambio utilice
su energía para formar activamente buenos hábitos.
Pronto descubrirá que no hay lugar alguno en su vida para los
malos hábitos. No espere a “tener ganas” de hacer una cosa para hacerla. Viva
por decisión, y no por emoción. Yo he aprendido por experiencia que cuanto más
me quedo sentada sin hacer nada, más quiero quedarme sentada sin hacer nada,
pero si me levanto y me muevo, entonces comienza a fluir la energía. La
actividad es como encender un interruptor. La electricidad está ahí todo el
tiempo, pero no se pone en marcha hasta que usted enciende el interruptor.
Siempre tenemos la capacidad de ser activos, pero no fluye ninguna energía
hasta que realmente comenzamos a movernos. Hay mañanas en que me siento perezosa
y como si pudiera simplemente quedarme sentada en una silla todo el día, pero he
aprendido que después de mi rutina de ejercicio, me siento con energía y eso
ayuda a motivarme para hacerlo.
Si usted se siente perezoso, pruebe a dar un paseo o hacer algún
otro tipo de actividad que mantenga su sangre en circulación. No espere a tener
ganas; sencillamente hágalo.
Usted es más poderoso de lo que puede que piense. Dios le ha
dado libre albedrío, y eso significa que puede usted decir y hacer lo correcto
y nada puede detenerle. Cuando decidimos en favor de los caminos de Dios, Él
siempre une fuerzas con nosotros para asegurar la victoria.
Al concluir este capítulo, escoja un hábito que quiera formar
y comience a poner en práctica estos principios.
Sea paciente con usted mismo. Se necesita tiempo para crear
hábitos, y puede que no tenga éxito cada día. Si se da cuenta de que ha fallado,
no desperdicie tiempo estando desalentado; sencillamente agarre desde donde lo
dejó y comience de nuevo. Sea amable con
usted mismo, porque castigarse por cada error es otro mal hábito que necesita ser
roto.
DE JOYCE MEYER
DE JOYCE MEYER